Por qué el periodismo actúa como actúa

Fuente: www.lasdrogas.info. Mireia Pascual.

 

Por qué el periodismo actúa como actúa. Informaciones de salud y en adicciones

 

Sé que como audiencia no siempre es fácil de entender el funcionamiento de los medios o el trabajo de los periodistas, por eso me parece interesante hacer un acercamiento de la realidad periodística y mediática, sin que sirva esto como precedente para justificar la mala praxis o falta de ética profesional.

El periodismo vive sumergido en una crisis continua que parece eterna. Siempre vamos por detrás de los avances tecnológicos y siempre creemos que lo nuevo va a acabar con la antigua forma de hacer periodismo. La realidad, al menos por el momento, nos ha demostrado que al final los distintos formatos acaban coexistiendo. Cuando surgió la televisión, muchos creyeron la radio tenía los días contados, y esto no fue así, sino que ambos encontraron su espacio y sus audiencias. Con la aparición de internet, pasó lo mismo, la prensa escrita entró en crisis, ahí sigue, por el momento. Pero internet parece que ha sido capaz de aunar formatos en una misma plataforma y podemos escuchar audio, ver vídeos o leer artículos y todo ello difundirlo mundialmente. Esto implica que los profesionales de la comunicación nos hemos tenido que ir adaptando a todos esos cambios, aprender a usar las tecnologías de mil formas y ser prácticamente ‘periodistas orquesta’, que igual grabamos un vídeo, que locutamos que escribimos, etc. Y esto muchas veces bajo un salario igual de precario y bajo unos ritmos de trabajo frenético que deben responder a la actualidad. Muchas plantillas se han visto reducidas sin que el trabajo haya dejado de ser el mismo. Muchas veces con poco o nulo tiempo para mejorar la formación que nos permita ser mejores o estar más actualizados en algunos temas. Y por supuesto, muchos de nosotros, trabajando por cuenta ajena. Insisto que esto no es una justificación, pero sí un acercamiento a la realidad del oficio. Como comprenderéis, esto dificulta nuestra labor informativa y facilita que los bulos se cuelen en ocasiones o que la inmediatez nos coma y tengamos que salir a rectificar a posteriori.

Aunque la realidad, la hemos visto, es que la sociedad en momentos de profunda crisis mundial, vuelve a confiar en el periodismo y esto deberíamos ser capaces de aprovecharlo para que la mermada confianza se vaya recuperando. Probablemente aquí sea necesario realizar una serie de cambios en el funcionamiento de los medios que permita trabajar a un ritmo más lento, aprender nuevas tecnologías y aplicarlas desde la innovación y sobre todo volver a los orígenes, servir a la audiencia como servicio público. En España los medios con algún tipo de suscripción o membresía habrían superado los 350.000 usuarios de pago en septiembre de 2020 (Avilés JA, 2020- Lea el artículo completo aquí). La pandemia ha hecho que los ciudadanos busquen información creíble y de calidad y muestra de ello es el incremento en socios y suscriptores en los medios. Y esto es importante en un momento en el que los ingresos por publicidad han disminuido de forma considerable porque ahora hay que buscar nuevas formas para la supervivencia de los medios.

La realidad es que el periodismo de calidad, bien hecho, contrastado, es la respuesta a la desinformación. El periodismo puede contribuir a cambiar visiones del mundo o a perpetuarlas. Lo hemos visto claramente en adicciones. La Fundación ATENEA tiene un par de publicaciones sobre esta temática. Y es que la imagen social que se tiene socialmente, ese constructo social que todos y todas construimos, está muy relacionada con lo que difunden los medios. Cuando en un grupo de discusión se pregunta cuál es la imagen que se tiene de una persona drogodependiente, se habla de un hombre mal vestido, mal cuidado, despeinado delgado, falto de higiene, descuidado, relacionado con la delincuencia, problemas de justicia y prisión y relacionado con el contagio de enfermedades. Curioso ver que hay una invisibilización total de la mujer, además de una imagen que se corresponde con la que había en la epidemia de heroína vivida en España en los años 80.

Cuando en otro de sus estudios pusieron el foco en las noticas aparecidas en prensa, observaron que la imagen de las personas consumidoras se asocia a delitos, asesinatos, violaciones, robos violentos, etc. Y que se establece una clara diferenciación entre una persona de la calle y una persona de proyección pública. Así una persona con adicción sufre una drogodependencia como un estado y no como una situación pasajera, se les asocia a delitos, a enfermedades y contagios, a problemas sociales y les hace a ellos y ellas mismos responsables. Si la persona tiene proyección pública: La drogodependencia es un proceso de su vida, algo transitorio, no un estado, destacan sus logros, destacan la capacidad de superación, aparecen en relación con la dificultad con el consumo de drogas, se les identifica con nombre y apellidos y no se les culpa.

Con la COVID y las adicciones ha sucedido lo mismo. En adicciones vimos una evolución. Al inicio de la pandemia el foco informativo se puso en las personas en rehabilitación como población vulnerable, también en el consumo de sustancias y en las apuestas deportivas y el juego online. Poco a poco, y tras un repunte de noticias sobre este tema, la agenda mediática fue poniendo el interés sobre otros aspectos de la salud y sobre otras poblaciones. Ya en verano el interés informativo sobre adicciones y COVID fue prácticamente nulo hasta finales de 2020 y lo que llevamos de 2021, que se ha convertido en un goteo esporádico. Para hacer estas afirmaciones, me baso en un análisis propio de la aparición en prensa y del contacto que los periodistas hacen hacia Socidrogalcohol y CAARFE, entidades en las que trabajo como periodista desde sus gabinetes de comunicación. Este es el gráfico que desarrollé para la sociedad científica de enero a agosto del 2020, en el que se ve claramente el interés informativo de la cuestión:

CONCLUSIONES

La desinformación es una pandemia en sí misma y el periodismo es la vacuna para poder hacerle frente. Para ello deben o debemos, como sociedad, cambiar muchas cosas. En primer lugar, y creo que sirve para cualquier esfera, debemos aprender a cooperar y trabajar en equipo, a no vernos competidores unos de otros, sino eslabones que enlazados contribuyen a la mejora y al cambio. La pandemia ha supuesto una revolución global en todos los sectores y en muchos sentidos. La naturaleza grita a voces que paremos, que la escuchemos y la cuidemos. Es sabiduría es aplicable también al periodismo, necesitamos parar, escuchar y cuidar lo que difundimos y cómo lo hacemos. Y para ello necesitamos cambiar cosas, muchas, de la estructura económica y empresarial, muy competitiva casi siempre (ahora hay excepciones con la aparición de nuevos medios), también del funcionamiento diario y la dinámica. Hay grandes profesionales de la comunicación, esto se ha demostrado durante esta crisis sin precedentes, por lo que la reinvención es posible. También necesitamos tener espacios que nos permitan actualizarnos, formarnos y seguir aprendiendo y respondiendo a las necesidades que tenemos en nuestro día a día para poder ofrecer un buen servicio a la ciudadanía.

En adicciones tenemos mucho por hacer. Tenemos que aprender a trabajar para combatir los bulos, para hacer valer nuestra profesionalidad y recuperar la confianza que gran parte de la población ha perdido en el periodismo, también combatir el estigma, utilizar un lenguaje inclusivo y visibilizar todas las realidades posibles y siempre contar con fuentes expertas para la elaboración informativa. Para esto último os necesitamos a vosotros, profesionales de las adicciones, que nos guieis y nos ayudéis a comunicar bien lo que hacéis, cómo trabajáis y qué realidades os encontráis, siempre desde la evidencia científica. Y también contando con pacientes que son los que permitirán a la audiencia conectar con historias reales. Tenemos que hablar más de la rehabilitación y de la prevención, también trasladar qué se hace en un tratamiento de cualquier adicción. La información es poder y si la población la tiene, normalizaremos un problema de salud y combatiremos el miedo al ser señalados, haciendo frente al estigma y permitiendo que más personas accedan a tratarse. Pero para hacer todo esto es imprescindible, una vez más el trabajo en equipo. Que nos ayudéis a comunicar bien porque vosotros tenéis el conocimiento y que nosotros trabajemos por evitar el sensacionalismo y acercarnos a la sociedad desde un prisma de respeto y servicio público.

No sé si todo lo anteriormente expuesto os parecerá una utopía difícil de alcanzar pero creo, sinceramente, que es la única manera de combatir los bulos en salud, los bulos en la pandemia y los bulos en adicciones.

Os animo a que cuando veáis una información que llegue por redes sociales, desconfiéis de su procedencia, os preguntéis quién la ha podido difundir y con qué motivo y que si no tenéis clara su veracidad, no la compartáis ni contribuyáis a su proliferación, que rompáis la cadena. Y os animo a que sigáis las siguientes recomendaciones:

  1. Comprobad si proviene de una fuente fiable
  2. Busca en los organismos oficiales si está publicada o se ha desmentido
  3. Es importante que se lea todo el texto o se vea el vídeo completo o el audio entero, no os quedéis solo en el titular. Muchas veces el titular busca solo ganar ‘clicks’ por los que se paga dinero
  4. Consultad a expertos en la materia
  5. Buscad si se ha publicado solo en un medio o en varios. Los bulos pueden colarse en todos los medios a la vez pero es raro, lo normal es que si es un bulo no se repita en muchos medios
  6. Visitad páginas que trabajan por destapar bulos o consultad con ellas la procedencia de lo que os ha llegado (Salud Sin Bulos, Newtral, etc.)

Si el virus de la COVID lo paramos entre todos, la pandemia de la desinformación, también.


Bibliografía:

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