La revolución de los psicodélicos

Fuente: Infodro <drogas@lasdrogas.info>. Antón Gómez-Escolar Sanz.

 

La revolución de los psicodélicos: ¿El futuro de los tratamientos en adicciones y salud mental?

 

En un momento de creciente preocupación por la incidencia de problemas de salud mental  y adicciones en todo el mundo, la investigación clínica con psicodélicos para el tratamiento de depresión, ansiedad, adicciones y estrés post traumático promete revolucionar el campo de la salud mental y el futuro de los tratamientos, si los usamos con responsabilidad y prudencia.

 

La pandemia de COVID19 de la que – esperemos – estamos saliendo, está agravando [1] y visibilizando otra pandemia más silenciosa en la que llevamos décadas inmersos pero con muy mala prognosis: la pandemia de las enfermedades mentales y las adicciones. Y es que en los últimos años, asistimos a un crecimiento global de la prevalencia de los trastornos mentales, los cuales causan una elevada morbilidad, sufrimiento y mortalidad prematura en la población [2]. La depresión, la ansiedad, el estrés post-traumático y las adicciones ya afectan a más de mil millones de personas globalmente, causando hasta un 13% de toda la carga mundial de morbilidad medida en pérdida de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD), y el 32% de años vividos con discapacidad (YLD) [3], siendo los trastornos adictivos una de las principales causas de las 11,8 millones de muertes anuales relacionadas con alcohol, tabaco y otras drogas [4].

Desgraciadamente los tratamientos convencionales actuales en salud mental y adicciones, no siempre consiguen tasas de eficacia, seguridad y eficiencia suficientes para contrarrestar o paliar este aumento y demasiadas veces su eficacia viene a costa de un elevado consumo de recursos sanitarios, humanos y económicos [2], coste que en muchos casos es asumido por los sistemas públicos de salud o por los propios pacientes, unido a las ya de por sí grandes pérdidas de productividad laboral que originan estos trastornos, agravando todavía más su impacto en la vida de las personas. Concretamente en el campo de las adicciones existen grandes poblaciones de pacientes crónicos resistentes a dichos tratamientos o con dificultades en la adherencia. Todo esto hace muy urgente más innovación en este campo, que no ha evolucionado al mismo ritmo que otros campos de la medicina y la salud [5].

En este contexto, desde principios del siglo XXI se viene retomando la investigación en los compuestos psicodélicos dentro de un modelo de tratamiento muy prometedor conocido como “psicoterapia asistida con psicodélicos”. Los compuestos psicodélicos (también conocidos como “alucinógenos”) son un grupo específico de sustancias psicoactivas, que proceden de diversas familias químicas tanto de origen natural (presentes en plantas, hongos e incluso animales) como sintético, y que tienen la capacidad de inducir unos estados alterados de consciencia muy característicos a través de la activación de receptores neuronales de serotonina (más específicamente los de tipo 5-HT2a). El término “psicodélico” deriva de las raíces latinas “psyche” (mente) y “delos” (manifestar), por tanto, el término hace referencia a su capacidad de “manifestar la mente” o los procesos mentales subyacentes, y se utiliza para designar a sustancias como la psilocibina (el principio activo estable principal de las setas mágicas), la LSD de los “tripis”, la mescalina de los cactus San Pedro o Peyote y la dimetiltriptamina (DMT) que se bebe en forma de Ayahuasca o se vaporiza (“fuma”) en su forma cristalizada, pero también existen otras sustancias con propiedades psicodélicas indirectas o secundarias como sería el caso de la MDMA (conocida como “éxtasis”) o la ketamina que, si bien es una vieja conocida del mundo médico en anestesia y analgesia, ahora ya se autoriza y comercializa para el tratamiento de la depresión en su forma de esketamina bajo el nombre comercial de Sparavato®.

Aunque en algunas culturas las sustancias psicodélicas naturales de plantas, hongos y animales llevan usándose desde hace milenios [6], fue el descubrimiento de la LSD por Albert Hoffmann allá por el 1943 lo que inició y espoleó el interés y la investigación de estas sustancias en occidente, haciendo avanzar enormemente el estudio del cerebro y permitiendo explorar nuevos modelos de tratamiento experimentales en salud mental, que pese a sus buenos resultados iniciales quedaron parados en el último cuarto del siglo XX por factores más sociopolíticos del momento que científicos, pero que en la actualidad se están retomando con fuerza, como es el caso de las psicoterapias asistidas con psicodélicos.

En el modelo de tratamiento las psicoterapias asistidas con psicodélicos, se administra un psicodélico en un contexto terapéutico controlado, bajo supervisión directa de profesionales y como parte de un tratamiento de psicoterapia más amplio. Aunque psicodélicos son en su mayoría sustancias muy seguras a nivel fisiológico, con un amplio rango terapéutico y no adictivas, es importante recalcar que tienen riesgos que pueden ser importantes en el plano psicológico, sobre todo en determinadas personas y contextos, por lo que sólo se administran a pacientes que ya han intentado otros tratamientos convencionales sin éxito, que hayan pasado por un minucioso proceso de cribado psicológico para descartar enfermedades latentes como trastornos psicóticos o bipolaridad que pudiesen desencadenarse, y que se sometan a unas sesiones de preparación psicológica previa a la experiencia psicodélica [7]. Tras la experiencia, en la cual la persona ha estado con los ojos cerrados, música puesta, haciendo un ejercicio de introspección y en compañía y supervisión de un equipo de profesionales con monitorización de constantes incluida, se hace un proceso de integración que es crucial para trabajar con todo el material que haya emergido durante la experiencia psicodélica.

Un punto importante de este modelo de tratamiento es que, a diferencia de los tratamientos actuales con apoyo farmacológico de antidepresivos, ansiolíticos, agonistas parciales u otros donde el fármaco se toma de forma diaria y reduce/enmascara los síntomas o “estabiliza” al paciente, en la psicoterapia asistida con psicodélicos la sustancia solo se administra en una o dos sesiones a lo largo de un tratamiento psicoterapéutico, siempre bajo supervisión directa, y en esas sesiones se busca inducir una experiencia transformadora cuyos resultados terapéuticos sean duraderos una vez termine la terapia, es decir, que el psicodélico solo actuaría como un “catalizador” de la terapia, facilitando el acceso a la raíz del problema y permitiendo a terapeuta y paciente trabajar en él, en muchos casos con el resultado de remisiones duraderas parciales o totales del trastorno, y sin necesidad de más intervenciones farmacológicas posteriores.

Los sorprendentes resultados en eficacia, seguridad y durabilidad obtenidos con estos modelos de tratamiento que se están investigando provienen de estudios de los equipos de diversos centros investigación de gran prestigio científico (Johns Hopkins UniversityImperial College LondonNew York University, UCLA, Universidad de ZurichMount Sinai HospitalUCSFYale UniversityHarvard University & MGHMAPS (Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies)Heffter Research InstituteBeckley Foundation, y aquí en España ICEERS (International Center for Ethnobotanical Education, Research and Service), el Hospital Sant Pau, etc), y cuyos resultados están siendo publicados en las mejores revistas de investigación, atrayendo el interés de una creciente proporción de la comunidad investigadora y clínica.

Tanto es el potencial que se le augura a este campo, que la FDA (Food and Drug Administration de EEUU) ha aprobando la designación de “terapia innovadora” (breakthrough therapy) para muchos de estos ensayos en base a su seguridad y eficacia, acelerando así su desarrollo y autorización médica, permitiendo que:

  • La MDMA, de la mano de la ONG MAPS, ya está concluyendo la Fase III de ensayos clínicos para el tratamiento del síndrome de estrés post-traumático, lo que podría hacer que estuviese autorizada para uso médico controlado en 2023, y al poco en Europa también.
  • La psilocibina, de la mano de la farmacéutica Compass Pathways, ya está en Fase III de ensayos clínicos para el tratamiento de la depresión y podría autorizarse para uso médico controlado en torno a 2025, y al poco en Europa también.
  • La Esketamina (enantiómero de la ketamina), de la mano de la farmacéutica Janssen, ya ha sido autorizada en 2019 para el tratamiento de la depresión y se comercializa para uso médico con el nombre de Spravato® en forma de espray nasal.
  • Y hay otras muchas indicaciones terapéuticas (adicciones, ansiedad social, anorexia, acúfenos, fobias, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo, demencia, Alzheimer, tartamudez, cuidados paliativos, dolor crónico, etc.) que se están explorando actualmente en diferentes países (no solo es em EEUU, la agencia Europea del Medicamento y otras también estan evaluando su futura autorización) con varias sustancias psicodélicas (ibogaína, DMT – Ayahuasca, LSD, 5-MeO-DMT, psilocibina, MDMA) y se encuentran en diferentes estados y fases de desarrollo y autorización, por lo que esta revolución en la investigación para uso médico de los psicodélicos parece no haber hecho más que empezar.

En concreto, el uso de psilocibina en el tratamiento de diversas adicciones viene siendo estudiado desde hace algunos años por investigadores de Johns Hopkins University y la University of New Mexico (EEUU), entre otros, para tabaquismo [8] y alcoholismo [9], consiguiendo importantes ratios de abstinencia que perduraron en el tiempo o reducciones significativas de consumo, con un par de sesiones de psicoterapia asistida con psicodélicos. Estas sustancias también han mostrado eficacia en adicciones a diversas drogas ilegales o incluso adicciones comportamentales, pero se trata de un campo de estudio en el que todavía queda mucho por investigar. Sin ir más lejos, aquí en España se está realizando una investigación en este campo con ibogaína en pacientes de metadona, y hace pocos días, el National Institute of Drug Abuse (NIDA) del gobierno de EEUU concedió una subvención a Johns Hopkins University para el estudio de una droga psicodélica como la psilocibina como tratamiento para el tabaquismo; que una agencia gubernamental contra el abuso de drogas financie el estudio de una droga ilegal como tratamiento para la adicción a una droga legal, no deja de ser un claro indicador del enorme potencial terapéutico de los psicodélicos en este campo y el interés que suscitan.

En definitiva, actualmente nos encontramos en un momento de grán interés y optimismo en la investigación de modelos de tratamiento basados en el potencial de los psicodélicos, momento que el primer artículo publicado en un medio mainstream de relevancia sobre el tema en 2010 bautizó como “El Renacimiento Psicodélico” (“The Psychedelic Renaissance” [10]), dando nombre a esta revolución en la investigación que abrió en portada del New York Times hace pocos meses bajo el título “The Psychedelic Revolution Is Coming. Psychiatry May Never Be the Same”  (o “Una revolución psicodélica llega a la psiquiatría” en su edición en español) y que que la semana pasada la revista NewsWeek tituló “Magic Mushrooms (Psilocibin) May Be the Biggest Advance in Treating Depression Since Prozac” o “Las setas mágicas (psilocibina) puede ser el mayor avance en el tratamiento de la depresión desde el Prozac”. Y esto es solo un pequeño ejemplo de la rápida popularización “mainstream” que está viviendo este tema, siendo cada día más conocido por la población, con las oportunidades y riesgos que eso puede conllevar.

Si se hace bien, podemos estar ante una de las grandes revoluciones en salud mental del siglo XXI que inicie una nueva era en la psiquiatría [11] pero debemos combinar valentía y prudencia para permitir que la investigación y el desarrollo de estos tratamientos que parecen tan necesarios ahora pueda avanzar a la velocidad adecuada sin excesivas trabas burocráticas pero siempre con garantías y la máxima seguridad, evitando caer en las prisas, la ignorancia, las imprudencias, el descontrol y demás errores que llevaron a la prohibición de los psicodélicos acaecida en los años 70 y que dieron al traste con su uso médico. No hay que olvidar que estas sustancias, como todas, tienen sus riesgos, sobretodo cuando se utilizan sin una adecuada preparación, conocimiento y control, y al igual que ya sucedió en los años 60 y 70, este movimiento originalmente investigador ya está permeando social y culturalmente en ámbitos muy diversos e impulsando nuevas iniciativas empresariales, tecnológicas, culturales, divulgativas y legales, popularizándose y despertando el interés social fuera de las clínicas y los laboratorios… ¿Llegarán estos prometedores tratamientos a autorizarse e implementarse globalmente para adicciones y salud mental?, ¿Estarán ya la ciencia, la medicina y la sociedad preparadas para integrar los psicodélicos como una poderosa herramienta terapéutica de uso clínico sin subestimar (ni exagerar) sus riesgos?, ¿Estamos ante el futuro de los tratamientos para adicciones y salud mental?… Sólo el tiempo lo dirá.

 

  1. Cénat JM, Blais-Rochette C, Kokou-Kpolou CK, Noorishad P-G, Mukunzi JN, McIntee S-E, et al. Prevalence of symptoms of depression, anxiety, insomnia, posttraumatic stress disorder, and psychological distress among populations affected by the COVID-19 pandemic: A systematic review and meta-analysis. Psychiatry Res. 2021;295: 113599.
  2. Vigo DV, Kestel D, Pendakur K, Thornicroft G, Atun R. Disease burden and government spending on mental, neurological, and substance use disorders, and self-harm: cross-sectional, ecological study of health system response in the Americas. Lancet Public Health. 2019;4: e89–e96.
  3. Vigo D, Thornicroft G, Atun R. Estimating the true global burden of mental illness. Lancet Psychiatry. 2016;3: 171–178.
  4. GBD 2017 Causes of Death Collaborators. Global, regional, and national age-sex-specific mortality for 282 causes of death in 195 countries and territories, 1980-2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017. Lancet. 2018;392: 1736–1788.
  5. Oña G, Bouso JC. Psychedelic drugs as a long-needed innovation in psychiatry. Qeios. 2020. doi:10.32388/t3em5e.2
  6. Belouin SJ, Henningfield JE. Psychedelics: Where we are now, why we got here, what we must do. Neuropharmacology. 2018;142: 7–19.
  7. Johnson M, Richards W, Griffiths R. Human hallucinogen research: guidelines for safety. J Psychopharmacol. 2008;22: 603–620.
  8. Johnson MW, Garcia-Romeu A, Cosimano MP, Griffiths RR. Pilot study of the 5-HT2AR agonist psilocybin in the treatment of tobacco addiction. J Psychopharmacol. 2014;28: 983–992.
  9. Bogenschutz MP, Forcehimes AA, Pommy JA, Wilcox CE, Barbosa PCR, Strassman RJ. Psilocybin-assisted treatment for alcohol dependence: a proof-of-concept study. J Psychopharmacol. 2015;29: 289–299.
  10. Kotler S. The new psychedelic renaissance. Playboy April. 2010;2010: 51–52.
  11. Nutt D. Psychedelic drugs-a new era in psychiatry? Dialogues Clin Neurosci. 2019;21: 139–147.

 

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