Fuente: www.elmundo.es. MAR MUÑIZ.
Borracheras adolescentes: «Después de un coma etílico, compré un alcoholímetro. Mi hija soplaba cuando llegaba a casa».
El verano, con las verbenas de los pueblos, las vacaciones y la relajación general de los límites, propicia los primeros contactos de los jóvenes con el alcohol. Una madre cuenta su experiencia y dos expertas dan pautas para enfrentar el binomio hijos-embriaguez.
Marisa Landeras (62 años) tiene cuatro hijos que ya han pasado la adolescencia, esa etapa a veces volcánica que atraviesa a los que son niños todavía. Este periodo, lleno de hormonas, construcción personal y descubrimientos, es también el momento en el que se producen los primeros contactos con el alcohol y otras sustancias. Así le pasó a una de sus hijos.
Con 16 años, hizo lo que muchos: quedar en el aparcamiento de un súper y jugar a cualquier cosa en la que bebe quien pierde. No debió acertar ni una. Ingirió mucho vodka y muy rápido, así que pasó lo que tenía que pasar: «No había bebido nunca y cayó redonda, sería un coma etílico. Sus amigas llamaron a la ambulancia y aunque no tuvieron que llevarla al hospital, estuvo inconsciente». Los médicos la atendieron y volvió en sí. Hoy es una mujer a la que después de ese consumo en atracón o ‘binge drinking’, sigue sin sentarle bien tomar una copa.
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