Adicciones en mujeres: tipos, ayuda y recursos

Fuente: consumer.es
Incluir una perspectiva de género en las adicciones mejora el acceso de las mujeres a los recursos y garantiza atención igualitaria y adaptada a sus necesidades

El sesgo de género en la medicina afecta a la salud de la mujer: ellas son diagnosticadas más tarde que los hombres en al menos 770 enfermedades. Pero la consecuencia de tomar al hombre como referente del ser humano también lo vemos en las adicciones . Falta una perspectiva de género en su análisis y, por tanto, en su diagnóstico y su tratamiento. Pero algo está cambiando, y para bien. Lo vemos en el siguiente artículo, donde también ofrecemos pautas y recursos para ayudar a las mujeres y sus familias que están sufriendo la lacra de las drogas.

Razones para abordar las adicciones desde una perspectiva de género
Los expertos lo vienen reclamando desde hace tiempo: también falta una mirada de género en el mundo de las adicciones. “Hasta hace bien poco, se trataban ‘como un todo’ indistinto: el mismo tratamiento se aplicaba a hombres y a mujeres sin tener en cuenta las especificidades de cada cual, y no adaptando el funcionamiento, la propia terapia y los objetivos del tratamiento a las necesidades de las mujeres”, explica Elisabeth Ortega, miembro de la junta directiva de UNAD (Red de Atención a las Adicciones). ¿La consecuencia? Las mujeres accedían menos a los distintos recursos de tratamiento y, en el caso de que lo hicieran, su adherencia era menor con respecto a los hombres.
Sin embargo, la Estrategia Nacional sobre Adicciones (ENA 2017 – 2024), y más en concreto el Plan de Acción sobre Adicciones 2021?24 aprobado a principios de 2022, complementa los principios de sus 46 acciones y 135 actividades con un enfoque de género. Así, incluye el abordaje conjunto de la violencia de género y las adicciones en recursos asistenciales, con el fin de favorecer una asistencia especializada y adecuada a las mujeres adictas víctimas de esta violencia. También incorpora un análisis de las barreras de género en el acceso a recursos asistenciales, para mejorar la respuesta de la red asistencial. Y otro punto destacado es el proyecto de mejora y extensión de los programas de Incorporación Social (IS), con especial atención a las necesidades de las mujeres.
Esta inclusión de la perspectiva de género llega no porque lo obligue el artículo 20 de la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, sino por necesidad. Y es que “incorporar la perspectiva de género mejora el acceso de las mujeres a los recursos de adicciones y garantiza una atención igualitaria y adaptada a sus necesidades y especificidades”, sostiene la experta, que es directora del Centro Terapéutico RED en Mieres (Asturias).

¿Y cuáles son sus necesidades y especificidades?

Son específicos los factores de riesgo que favorecen el inicio en el consumo de drogas. Las adicciones tienen características distintas a las de los hombres, y su gravedad e impacto familiar y social es mucho mayor. Y, por supuesto, las diferencias biológicas, psicológicas, sociales y culturales también influyen en las estrategias para prevenirlo y tratarlo.

La importancia del rol social de la mujer
Es importante destacar que en nuestra sociedad el consumo de sustancias está aún más penalizado y sancionado en el caso de las mujeres, a pesar de por su parte son menos frecuentes. “Ser mujer adicta implica no ‘obedecer’ a los mandatos de género y romper la imagen que esta sociedad patriarcal considera de cómo que debe ‘ser y estar’ una mujer”, reconoce Ortega. Así, se la etiqueta de mala madre, mala esposa, de histérica, promiscua, enferma… Y esto afecta a la mujer. Aumenta su vergüenza, se siente culpable y daña su autoestima. Y en su afán por no por verse penalizada y juzgada, “la mujer tiende a ocultar su problemática y su realidad, lo que alarga la petición de ayuda.”, confiesa la psicóloga. Además, a diferencia de los hombres con problemas de adicciones, las mujeres adictas se sienten más presionadas y criticadas en su entorno . La ayuda, el apoyo y las exigencias en la familia son distintas. Por norma general, asegura la experta, “acuden a tratamiento solas, sin ningún apoyo, y cuando lo tienen, suele ser un apoyo que las responsabiliza y carga de culpa, más que ayudarlas en el proceso”. Por todo esto, al ingreso en un tratamiento suelen llegar más dañadas física y psicológicamente.

Tipo de consumo de la mujer
Esa etiqueta hace que el consumo de sustancias en las mujeres se realice, por lo general, a solas en casa y que se centre, principalmente, en psicofármacos y alcohol . Lo vemos en la última ‘Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España‘ (EDADES 2019-2020). Los hombres registran mayores prevalencias de consumo en todas las sustancias psicoactivas, excepto en los hipnosedantes (incluye somníferos y tranquilizantes utilizados como relajantes o para calmar la ansiedad) y los analgésicos opioides, que son consumidas en mayor medida entre las mujeres, como vemos en la tabla, donde también añadimos el alcohol:
Sustancia Mujeres Hombres Alcohol 90,495,5

Hipnosedantes con o sin receta 26,818,3

Hipnosedantes sin recetas 3,13,0

Analgésicos y opioides con o sin receta16,214,1

Analgésicos opioides sin receta 1,51,8


 

Hipnosedantes
En la ENA, ven este consumo de hipnosedantes como “un consumo oculto, no ligado al estigma, sino al desconocimiento y a la consideración de su consumo como ‘normal’, especialmente en mujeres”.
Y apuntan que también se debe a que “no existen campañas generalizadas de prevención y sensibilización, como sí ocurre con otras sustancias”.
Para Elisabeth Ortega, esta realidad se debe a que, como la mujer oculta su adicción, solicita ayuda por otros síntomas, ansiedad, depresión, dificultad para dormir… lo que implica un tratamiento farmacológico, que no escapa de “la tendencia a ‘patologizar’ la salud de las mujeres, una vez más, consecuencia de la sociedad patriarcal en la que estamos inmersas”. Y será utilizado “como mecanismo de huida, ya que se paliarán los síntomas, pero no las causas internas y personales que los provocan”, y muchas veces mezclado con la ingesta de alcohol ambas sustancias legales, que no conllevan tanta penalización social, y de fácil acceso.

 Alcohol
En el caso del alcohol, en cambio, la ENA señala que la violencia de género está detrás. Así, afirma que la mujer sufre doblemente como víctima el consumo excesivo de alcohol: por un lado, en relación con la violencia ejercida sobre ella por la pareja que consume alcohol de forma nociva, y por otro, padeciendo ella misma problemas de consumo nocivo como consecuencia de esa violencia.

Adicciones sin sustancia
Las adicciones sin sustancia también atraen a las mujeres, aunque faltan estudios. La ENA destaca en los juegos online que, aunque la mayoría de los jugadores son hombres (83 %) y gastan más del doble que ellas, se ha registrado un incremento del 53 % con respecto a 2014. El perfil del jugadora más representativo por volumen de participación en el bingo es una mujer entre 36 y 45 años. Y sí, también las adicciones sin sustancia se ven claramente marcadas por los mandatos de género. Se tiende a relacionar unas adiciones a hombres o a mujeres, una práctica errónea “que obedece más a etiquetas sociales que determinan como se deben comportar, pensar y actuar los hombres y las mujeres”, apunta la psicóloga. Por esto, la importancia de realizar estudios y recoger datos que respondan con veracidad a esta realidad. Y la experta pone un ejemplo: “Así se ‘asociará’, sin ningún tipo de evidencia ni datos, que las compras compulsivas es una problemática de mujeres (porque se nos asigna ser presumidas, coquetas y fieles a la modas para estar siempre guapas y preparadas para gustar y proyectar una imagen) y a los hombres, la adicción al sexo (los mandatos de género vinculan la sexualidad con los hombres, como indicativo de su virilidad, son impulsivos, rudos… y por tanto se ‘explica’ que tenga este tipo de patologías…)”.

Causas del consumo de drogas en la mujer

Las mujeres consumen para mitigar o huir de su daño o dolor emocional . Y son muchas las causas. Ortega enumera las más destacadas, pero no se olvida de la adolescencia: “Si el grupo de iguales son personas que consumen algún tipo de sustancia, el entorno familiar es disfuncional, su contexto, su rendimiento académico es bajo… serán aspectos que le predispondrán al consumo de sustancias”.

  • Víctimas de violencia

Los estudios, como el último informe del Observatorio Proyecto Hombre, aseguran que en torno a un 80 % de las mujeres adictas son o han sido víctimas de algún tipo de violencia (abusos sexuales, maltrato infantil, bullying , violencia de género…) a lo largo de sus vidas. Sin embargo, según su experiencia clínica, todas lo son o han sido: “El hecho de ser penalizadas y juzgadas socialmente ya es maltratante”.

  •  Autoestima dañada

Las mujeres adictas sufren una triple victimización por ser: mujeres (debido a los mandatos de género), adictas y víctimas de violencia de género. Ante esta realidad, su autoestima y autoconcepto está seriamente dañado.

  • Propia vivencia sobre la maternidad

En algunos casos la maternidad es motivo de carga y dolor, y una vez más, “no querer ejercer el rol de madre supone un juicio social, que considera que la maternidad es el sumun de la felicidad y necesario para la realización de las mujeres”. Por lógica, esta creencia genera daño, culpa, vergüenza.

Cómo saber si una mujer consume drogas
En el momento en el que una sustancia o sustancias o una conducta determina la vida de una persona a nivel emocional, físico, familiar, laboral…estamos ante una adicción o conducta problema. Como detalla Elisabeth Ortega, las adicciones no dependen de la cantidad o frecuencia, sino de cómo limita la vida de las personas y cómo las condiciona a nivel físico, psicológico y comportamental. En general, como recogen en la web del Plan Nacional sobre Drogas, algunos síntomas de alarma son:
– Cambio brusco en el cuidado y aseo personal.
– Trastornos del sueño con insomnio y/o pesadillas y temblores.
– Pérdida de peso o apetito excesivo.
– Disminución del rendimiento escolar o abandono de los estudios.
– Aislamiento físico, tendencia a aislarse en su habitación. Disminución de la comunicación verbal y afectiva.
– Empobrecimiento del vocabulario.
– Abandono de aficiones e intereses.
– Cambios bruscos de humor.
– Pérdida de responsabilidad.

Qué hacer si una mujer consume: pasos para ayudarlas
En este punto, cuando identificamos una adicción, la petición de ayuda es muy importante. Pero no es fácil y entran procesos y mecanismos de defensa, como la negación del problema, que dificultan el acceso a los tratamientos. Además, en el caso de las mujeres, las etiquetas y juicios sociales son determinantes.
Para poder ayudarlas, la recomendación más importante es no juzgar, no dejarnos lleva por nuestros propios juicios. Hay que acompañar, escuchar, respetar, mostrar comprensión y estar cuando ellas decidan dar el paso. Pero cuesta. Por eso, un buen paso sería pedir ayuda y orientación profesional, ya que “cuando se trata de personas con las que tenemos vínculo emocional, es complicado ver la problemática con objetividad, nos puede el dolor y la impotencia”, sostiene Ortega, quien aconseja que el asesoramiento profesional venga de personas que estén formadas en adicciones y género . “Nos darán posibles estrategias y recomendaciones para abordar la situación de forma adecuada”, comenta. ¿Dónde? Mira aquí:
– Centros de atención a las adicciones
– Entidades de UNAD (Red de atención a las adicciones)
Pero no podemos olvidar que, sin la voluntad y decisión de cambio, en este caso, de la mujer adicta, es complicado. No obstante, la psicóloga consultada es optimista: “Si damos pasos adecuados y respondemos a la problemática de las mujeres en base a lo comentando, es posible que decida acudir a un recurso y a partir de ahí comenzar una intervención adaptada a su realidad y necesidades”.

¿Cómo evitar las adicciones en mujeres?

Para Elisabeth Ortega, miembro de la junta directiva de UNAD (Red de Atención a las Adicciones) estas son las claves para la prevención de drogodependencias en mujeres: comunicación, escucha activa, valores y sobre todo deconstruir nuestros propios prejuicios basados en mandatos de género . “Si seguimos repitiendo modelos educativos basados en etiquetas de género, no cambiará nada”, concluye.

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